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Por Dirk Hoffmann, 25 de Noviembre de 2013

Son cada vez más las voces que argumentan que la única forma de salvar la civilización humana es dejar la mayor parte de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) donde están, bajo tierra.

En el estudio “Sensibilidad climática, nivel del mar y dióxido de carbono atmosférico” (Climate sensitivity, sea level and atmospheric carbon dioxide), James Hansen y colegas calculan las consecuencias de continuar aumentando las emisiones de CO2 año tras año en base a evidencias paleo-climáticas. Su conclusión: quemar todas las fuentes fósiles conocidas volvería el planeta inhabitable.

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“Tierra quemada”; fuente: climateprogess.org

 

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Por Dirk Hoffmann, 17 de Junio de 2013
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Solo 11 años después de la última "inundación del siglo", buena parte del sur y este de Alemania ha sido afectada nuevamente por inundaciones históricas, rompiendo récords de cientos de años y causando mayores daños económicos que las del año 2002.

Lo más sorprendente para mi, que estaba justamente en estas dos semanas a inicios de junio de visita en mi país natal, es la casi ausencia del tema del cambio climático en los reportajes y discusiones sobre lo ocurrido.

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Imágenes de las inundaciones en la televisión alemana

Lluvias fuertes y prolongadas en el centro del continente europeo han causado el crecimiento de los ríos de la región, lo que provocó inundaciones locales, por una parte, y luego hizo crecer los niveles de los grandes ríos Danubio y Elba. No solamente Alemania quedó afectada, sino también Austria, Hungría y la República Checa.

Después de un invierno sumamente largo y "cruel" (según la gente), seguido por un mayo extremadamente lluvioso, con un 178% más de lluvia que el año pasado (según los meteorólogos), los suelos estaban tan saturados, que ya no podían absorber más agua, que seguía cayendo. En Austria, la cantidad de lluvia de dos meses cayó en dos días.

Debido a la buena red hidrometeorológica y la implementación de sistemas de alerta temprana, en la mayoría de los casos los niveles máximos de las "olas" destructivas y el momento aproximado de sus llegadas ha podido ser calculado y la población alertada. Hubo algunas muertes en República Checa, pero a pesar de los daños de miles de millones de euros, no se registró ningún muerto en Alemania. Es una constante de los "desastres naturales", que tienden a causar decenas o cientos o miles de muertos en los países en vías de desarrollo, que las poblaciones del "norte" se encuentran generalmente bien protegidas y los daños son solamente materiales.

La ciudad alemana más afectada durante la primera semana de las inundaciones ha sido Passau, lugar turístico ubicado en la confluencia de dos ríos, el majestuoso Danubio y el Elba. El centro histórico recién se había restaurado y recuperado de la inundación de 2002; los niveles del agua ahora llegaron a sus niveles más altos de los últimos 500 años. Las mediciones de los niveles de agua excepcionales registradas cubren buena parte del segundo milenio e indican que uno tiene que retroceder en el tiempo hasta el año 1501 para encontrar un momento en el cual las aguas habían llegado a un nivel todavía mayor.

Otro pueblo fuertemente afectado ha sido Deggendorf en Bavaria, que permaneció sumergido por las aguas del Danubio y aislado del resto del país por varios días. La población había tenido que ser evacuada. Luego, el pico de las aguas del Danubio fue pasando y cuando llegaron a la capital de Hungría, Budapest, se quedaron levemente por debajo de las marcas históricas.

Al comienzo de la segunda semana de las inundaciones un programa televisivo tituló: "Inundaciones, destrucción y ningún final a la vista". Una vez que se calmaron las aguas en el sur, comenzó a crecer el caudal del Elba en Alemania, que ya había causado daños y muertos en su paso por la República Checa. En la ciudad de Magdeburgo un barrio entero con sus 23.000 habitantes ha tenido que ser evacuado. En los pueblos y ciudades a lo largo del curso del Elba por los estados federales de Sajonia, Brandenburgo, Sajonia-Anhalt, Mecklenburg-Vorpommern y Baja Sajonia creció la preocupación por la estabilidad de los diques frente a los niveles cada vez más altos del río.

Las rutas del tren de alta velocidad desde la capital alemana Berlín a la capital financiera Frankfurt y hacia Hannover quedaron interrumpidas por varios días, debido al cierre de un puente sobre el río Elba. En la pequeña ciudad de Lauenburg el del río aumentó 1,5 m en solo 24 horas. Frente a semejante panorama se activaron los planes de contingencia de la central nuclear de Krümmel en el Elba, que se estaba preparando para un nivel de agua jamás experimentado.

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Las bolsas de arena se volvieron símbolo de la lucha de la gente contra las aguas

La ruptura de diques trae desastre y alivio al mismo tiempo

Durante la noche del pasado domingo 9 de junio y la mañana del lunes pasó lo inevitable, se rompió el dique de Fischbeck en el Elba, inundando el pueblo en el lapso de pocas horas y mandando masas inmensas de agua hacia tierra adentro. Sin embargo, lo que significó desastre para los unos, fue un gran alivio para los otros, río abajo: Los 1.000 km² inundados después de la ruptura del dique de Fischbeck ayudaron a bajar el nivel del río por unos estimados 30 centímetros.

Este hecho nos indica otra realidad: Cuando se fortalece y se aumenta la altura de los diques en un lugar, esto hace que las aguas sigan avanzando con mayor velocidad, causando problemas mayores río abajo. Queda ahora más claro para los alemanes, que los planes de prevención necesariamente tienen que ser integrales y contemplar toda la cuenca.

La televisión mostró más que nada imágenes de la lucha contra el agua, de los esfuerzos de miles de voluntarios, junto a los bomberos, defensa civil y tropas del ejército, resaltando la solidaridad entre las personas y la cooperación entre diferentes instancias y niveles de gobierno.

La búsqueda de "culpables" para este nuevo desastre ha llevado a revitalizar la discusión sobre la utilidad de concentrarse únicamente en medidas técnicas de prevención, como es el fortalecimiento y el aumento de la altura de los diques. Grupos ecologistas han alertado que desde inicios de la industrialización se ha quitado un 70-80% de las áreas inundables a los ríos, con lo que los "desastres naturales" en realidad se ven como consecuencias lógicas del desarrollo industrial del país. Poco se ha mencionado en este contexto el cambio climático, aunque estas nuevas "inundaciones del siglo" en realidad estarían brindando una buena oportunidad de aprender unas lecciones básicas del cambio climático: Una atmósfera más caliente contiene una mayor cantidad de vapor de agua; al momento un 7% más que en tiempos preindustriales. En consecuencia, eventos de precipitación tienen el potencial de soltar más lluvia (o nieve). Tal como los modelos predicen, los eventos extremos se vuelven más frecuentes y más severos. Es exactamente lo que nos ha mostrado el huracán "Sandy" en Nueva York el año pasado.

Parece que los siglos se van acortando. Entre las dos "inundaciones del siglo" en Alemania han pasado apenas 11 años. Al igual que entre las "sequías del siglo" en la Amazonía de 2005 y 2010, donde el lapso era de apenas 5 años. Fácilmente se podría encontrar otros ejemplos alrededor del nuevo mundo del cambio climático. Son cada vez más los estudios científicos que relacionan las distorsiones del tiempo en el hemisferio norte con la reducción acelerada del hielo ártico.

El alcalde de la pequeña ciudad de Grimma, Mathias Berger, habló incluso de "inundaciones del milenio" en vista de las tremendas destrucciones que nuevamente había causado el agua. "Ya no tengo ni plata ni fuerza para encarar una segunda reconstrucción total de mi casa" fue una frase que se escuchaba una y otra vez de los pobladores.

Algunos comentaristas preguntaron, ¿cómo esto podría ser posible? Parece que no se ha aprendido lo suficiente. El episodio de la visita del alcalde de la ciudad de Magdeburgo a los lugares de los desastres muestra la dificultad de la gente de comprender la realidad del cambio climático. Cuando una víctima enojada le pregunta al alcalde por qué no se ha hecho nada desde la última inundación de 2002, este responde: "No es cierto. El agua en 2002 llegaba hasta aquí, y hasta este nivel hemos subido las barreras. No podíamos anticipar que ahora las aguas han subido más allá todavía". – El alcalde, como la mayoría de nosotros, se pierde la lección principal del cambio climático: El pasado ya no es buena guía para el futuro. Tratar de aprender (solamente) del pasado, es camino al desastre. Nos estamos moviendo en tierra incógnita.

Parece que solamente la industria de los seguros está entendiendo la "nueva normalidad" del clima, que ya no se mueve dentro de los parámetros conocidos por la humanidad. Sus pólizas para zonas susceptibles a inundaciones son tan altas, que mucha gente no las puede pagar.

Ahora que las aguas ya se han ido (en el sur) o están bajando (en el norte), las discusiones giran sobre todo en la magnitud de los daños, la reconstrucción y la pregunta, ¿quién lo financiará?.

El gobierno alemán ya se comprometió de aportar con 8 mil millones de euros, mostrando la dimensión de la destrucción. Esto no incluye el monto a ser cubierto por los seguros, ni los aportes que las víctimas mismas tendrán que realizar. A modo de comparación, en el año 2002 el total de los daños ha sido calculado en 9,2 mil millones de euros, monto que fácilmente será sobrepasado por las estas nuevas "inundaciones del siglo" de 2013.

 

 

 

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Por Dirk Hoffmann, 28 de Enero de 2013

En ocasión del juramento para su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, Barack Obama el pasado 21 de enero dio un lugar prominente a la lucha contra el cambio climático.

Frente a un millón de seguidores en la capital Washington, Obama en su discurso de inauguración prometió responder con fuerza a la amenaza del cambio climático para "no engañar a nuestros hijos y las generaciones futuras", dando lugar a nuevas esperanzas acerca de lo que haría, en este campo vital, el todavía más poderoso país del mundo.

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Fuente: http://www.whitehouse.gov

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Por Dirk Hoffmann, 05 de Noviembre de 2012

El paso desastroso del huracán “Sandy” por buena parte del noreste de los Estados Unidos y Canadá a fines de octubre, se lee como el diario de un desastre anunciado. Por un lado, por varios años científicos de EE.UU. están alertando sobre la inminencia de un huracán de gran magnitud que afectaría a la ciudad de Nueva York. Por otro lado, hace décadas los climatólogos están alertando acerca del impacto del calentamiento global sobre la magnitud de las tormentas y el aumento de las precipitaciones durante eventos extremos.

En resumen, desastres como aquellos causados por Sandy  son nada más que nuestro business-as-usual, nuestra nueva realidad en la transición a un mundo todavía más impactado por el cambio climático durante las próximas décadas.

La principal pregunta que nos trae Sandy es en realidad, ¿es este el futuro que queremos?

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Imagen satelital del huracán “Sandy” en la costa oriental de Estados Unidos el día 29 de octubre por la mañana. Fuente: NASA.

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