Fiyi, el primer país en el mundo a ratificar el Acuerdo de París de la reciente Conferencia Climática de las Naciones Unidas en Francia, ha sufrido el paso de tormenta tropical más fuerte jamás medido en todo el hemisferio sur.

El día sábado, 20 de febrero, el “Ciclón Winston” ha devastado el país, destruyendo cientos de casas e infraestructura, y matando por lo menos 44 personas.

Destrucción causada por el “Ciclón Winston“ en Fiyi; fuente: gobierno de Fiyi.

A finales de la semana pasada, frente a las costas de México en el Pacífico oriental, emergió el huracán “Patricia”, el más fuerte jamás medido en el hemisferio americano con vientos sostenidos de 305 km/h.

Debido a una mezcla de factores, entre ellos la oportuna implementación de medidas preventivas del Estado mexicano y el hecho de que el ojo del huracán tocó tierra en una zona costera poco poblada, se evitaron saldos catastróficos. Aunque la mano del cambio climático es innegable, la mayoría de los políticos, periodistas y comentaristas evitaron mencionarlo.

Imagen del huracán Patricia llegando a las costas de México; fuente: www.wunderground.com

El huracán “Patricia” fue el huracán más fuerte registrado por la historia humana, con vientos sostenidos por encima de los 300 km/h por más de 12 horas y valores pico de hasta 400 km/h. Esto constituye el valor máximo que jamás se ha medido para un huracán tropical en cualquier parte del mundo. Estamos hablando de vientos lo suficientemente fuertes como para mantener un avión en el aire y de la capacidad destructiva que ello implica. El Presidente de México Peña Nieto planteaba: “Si hubiera categoría 6, Patricia lo sería".

“Esta noche se está haciendo historia en el noreste del Pacífico”, había comentado el experto Bob Hensen antes de que el huracán Patricia llegara a la costa de México. El avión cazador de huracanes del servicio meteorológico de los Estados Unidos NOAA había medido una presión de 879 mb dentro del huracán, el valor más bajo registrado jamás en el hemisferio americano. Solo el super-tifón “Tip” de 1997 en el Pacífico occidental había llegado a un valor más bajo de 870 mb.

Patricia fue más fuerte que el tifón Haiyan, que mató a más de 7.000 personas en su paso por las Filipinas en 2013. También fue más fuerte y tres veces mayor que el huracán Katrina, que mató a casi 2.000 personas y causó daños severos en Nueva Orleans en Estados Unidos hace 10 años.

Debido al calentamiento global y al fenómeno de El Niño el huracán “Patricia” se formó durante varios días en una parte del Océano Pacífico oriental, donde la temperatura del agua estaba varios grados por encima de lo normal, como muestra el siguiente gráfico.

La ciencia climática ha establecido que las condiciones de El Niño son siempre más propicias a la formación de huracanes poderosos sin embargo por la evidencia que nos trae la intensidad de Patricia podemos entrever la relación entre calentamiento global y un fenómeno de El Niño más intenso, que tiene como resultado el huracán más poderoso de la historia.

Daños menores de los esperados

La pregunta que inmediatamente emerge en nuestras cabezas es ¿Por qué Patricia teniendo la capacidad destructiva arriba descrita, nos muestra hoy un escenario de pérdidas económicas considerables pero no el temido escenario de pérdidas humanas? Consideramos que el escenario presente es resultado de la articulación de varios factores que nos dejan importantes lecciones para esta generación que ya vive en un mundo de cambio climático.

Una vez que el huracán tocó tierra, perdió buena parte de su fuerza y fue degradado paulatinamente a categoría 4, 3, 2 y luego 1. Lo cual no significó que no produjo daños, pero que estos fueron producto de enormes cantidades de lluvia, pero en menor medida de vientos huracanados. El impacto de estas lluvias se sintió incluso en el estado federal de Texas en Estados Unidos, donde los remanentes de Patricia se juntaron a otro frente húmedo, causando considerables inundaciones.

Este grafico muestra la anomalía de las temperaturas en la superficie del mar. Destacan una mancha roja al oeste de California y México y la banda roja a la altura del ecuador, indicador de condiciones El Niño fuertes; fuente: www.wunderground.com

El valor de la institucionalidad

México está acostumbrado al paso de los huracanes y ha dado una muestra impresionante, de que una sociedad preparada está en mejores condiciones de recibir los golpes de semejante “monstruo meteorológico”. Anticipando la llegada de Patricia, los puertos de la costa pacífica al igual que cada municipio costero cesaron toda actividad y la sociedad siguió con disciplina las instrucciones de Defensa Civil para evacuación y toma de recaudos. Se habilitaron cientos de centros de acojo y se evacuaron decenas de miles de personas de las zonas más vulnerables, entre ellos más de 10.000 turistas. En la región costera entre Puerto Vallarta en el norte hasta la ciudad costera de Manzanillo en Colima se cortó la electricidad de forma preventiva, para evitar peligro de muerte e incendios por líneas de corriente cortadas.

En consecuencia, no hubo muertos ni heridos. Lo que no se ha podido evitar, sin embargo, son daños extensos a la infraestructura, miles de casas destechadas, cultivos inundados, arboles desenraizados, carreteras cortadas y postes de luz tumbados.

Es importante subrayar que también hubo una importante dosis de azar, el ojo del huracán entró a tierra en una zona poco poblada, lejos de las ciudades grandes. El panorama seguramente hubiera sido muy diferente, si Patricia hubiera llegado a tierra por la ciudad de Manzanillo o por Puerto Vallarta. Hace diez años Katrina, un huracán tres veces más pequeño que Patricia, llegó a tierra por la poblada ciudad de Nueva Orleans y sus efectos de catástrofe humanitaria, hoy son historia.

El ojo del huracán visto por el satélite.

Una ventana al futuro

El mundo ha recibido una alerta importante sobre el tipo de desafío que significa el impacto del cambio climático y también de que es lo que requerimos para enfrentar este desafío. Con el aumento de las temperaturas en la atmósfera también aumentan las temperaturas de las aguas, que constituyen el combustible para los huracanes. Todos los modelos climáticos predicen la intensificación de los huracanes, que es exactamente lo que ha pasado frente a la costa de México.

Lo sorprendente es que en vista de esta relación directa, la mayoría de los observadores, políticos y periodistas ni siquiera hayan mencionado la relación entre la intensidad de Patricia y el calentamiento global.

Incluso para muchos el hecho de que no hubo muertes pueda ser inconscientemente (mal) interpretado de que de hecho ha sido más que nada una alarma falsa y que se había exagerado la peligrosidad de Patricia – cuando en realidad es todo lo contrario. Un problema aquí es la falta de visibilidad mediática de la efectividad de las medidas preventivas del gobierno mexicano. Miles de personas esperando el paso del huracán jugando cartas en centros de evacuación no producen fotos que den la vuelta al mundo. Cientos de muertos si lo hubieran hecho.

Hace dos semanas la pequeña nación isleña del Pacífico sur de Vanuatu sufrió el paso del ciclón “Pam”, uno de los muchos ciclones que pasan por el Pacífico durante esta época.

La devastación tremenda causada por esta tormenta tropical de categoría 5 nos muestra con una brutal claridad lo que será la “nueva normalidad” para esta parte del globo con temperaturas globales cada vez más altas.

Casas destruidas por el ciclón “Pam” en Vanuatu; foto: UNICEF Pacific 

Los primeros días de la Conferencia Climática de las Naciones Unidas en Varsovia (COP 19) han sido marcadas por dos sensaciones encontradas; por un lado, la fuerte dependencia de la economía polaca de la extracción y quema de carbón y, por otro lado, por las fotos y reportes de la destrucción inédita que ha causado el taifún “Haiyan” en las Filipinas.

Presentamos aquí una entrevista exclusiva con el negociador principal de Bolivia, René Orellana, sobre la posición de Bolivia y sus expectativas hacia la COP 19, además de algunas impresiones de la primera semana de negociaciones climáticas en la capital de Polonia.

Causa y efecto: planta termo-eléctrica a carbón en Varsovia (izq.) y la destrucción del taifún “Haiyan” en las Filipinas