Por Dirk Hoffmann, 30 de Marzo de 2015

Hace dos semanas la pequeña nación isleña del Pacífico sur de Vanuatu sufrió el paso del ciclón “Pam”, uno de los muchos ciclones que pasan por el Pacífico durante esta época.

La devastación tremenda causada por esta tormenta tropical de categoría 5 nos muestra con una brutal claridad lo que será la “nueva normalidad” para esta parte del globo con temperaturas globales cada vez más altas.

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Casas destruidas por el ciclón “Pam” en Vanuatu; foto: UNICEF Pacific 

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Por Dirk Hoffmann, 23 de Marzo de 2015

La tasa del aumento de la temperatura global está a punto de despegar en la década siguiente, señalan los autores de un nuevo estudio climático publicado a comienzos del mes en la revista científica nature climate change".

Según la investigación “Aceleración a corto plazo de la tasa de cambio de temperatura” (Near-term acceleration in the rate of temperatura change), el aumento de la temperatura global promedio llegaría a 0,25 °C per década antes de la mitad del siglo XX.

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El gráfico de Smith et al. (2015) mostrando la tasa de aumento de temperatura per década para las diferentes regiones del globo.

 

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Por Dirk Hoffmann, 16 de Marzo de 2015

Por la actualidad del tema para el debate nacional, volvemos hoy –a pocos días del cuarto aniversario del accidente nuclear en Fukushima- sobre el tema energético. A fines de enero, en ocasión del comienzo del tercer mandato presidencial de Evo Morales, el vicepresidente de la comisión de economía y energía del parlamento alemán Klaus Barthel visitó Bolivia.

Reproducimos a continuación una versión acortada de la exposición sobre el “viraje energético alemán” que el Sr. Barthel dio el día 23 de enero del año en curso en un conversatorio organizado por la Fundación Friedrich Ebert (FES) en La Paz. El evento tuvo el objetivo de compartir la experiencia particular de la nueva etapa que emprende Alemania a partir de la decisión de realizar un viraje en la producción y consumo de energía, renunciando a producir energía atómica y aumentar la parte de las energías sostenibles en su matriz energética.

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Paisaje devastado por una mina de lignito a tajo abierto (izq.) y una central térmica en base a lignito (dcha.) en la región alemana de Lusicia.

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Por Cecilia Requena, 09 de Marzo de 2015
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“¿Acaso hemos olvidado esta reciente tragedia que continúa haciendo estragos?”, pregunta Cecilia Requena, nuestra autora invitada para recordar el cuarto aniversario del accidente atómico en la central nuclear de Fukushima, Japón, el 11 de marzo de 2011.

Mediante esta entrada al Klimablog nos adherimos a las conmemoraciones para las víctimas del “uso pacífico” de la energía nuclear en el mundo y reiteramos nuestra convicción que la energía nuclear no tiene lugar en la lucha contra el cambio climático.

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La planta nuclear de Fukushima; fuente: http://www.tepco.co.jp

¿Acaso hemos olvidado esta reciente tragedia que continúa haciendo estragos?

Fukushima volvió a recordar al mundo algo que parecía haber olvidado: que la energía nuclear es peligrosa. Que por muchas precauciones que se tomen no se puede prever todo y finalmente ocurre un accidente. Y el de Fukushima puede ser el segundo más grave de toda la historia en cuanto al número de víctimas, tras el de Chernóbil. El accidente de Fukushima tiene dos particularidades: se produce por un fenómeno externo a la central y en un país que es una potencia tecnológica de primer orden. Lo primero muestra una nueva dimensión de la seguridad nuclear: es imposible prever todo lo que pueda llegar a ocurrir en las cercanías de las centrales. Lo segundo es revelador: ni siquiera un país como Japón puede evitar un accidente como este ni vencer los enormes desafíos que supone la contaminación radiactiva del agua y del territorio”. Informe-Fukushima de Ecologistas en Acción/España

Hoy podemos confirmar que el riesgo de los reactores nucleares se ha hecho realidad. Como sea que termine este desastre –y con todo el respeto que siento por el esfuerzo humano empleado para contenerlo– su significado no es para nada ambiguo: la historia japonesa ha ingresado en una nueva fase y una vez más debemos mirar las cosas a través de los ojos de las víctimas del poder nuclear, de los hombres y mujeres que han probado su coraje con sufrimiento. “La lección aprendida del actual desastre dependerá de que quienes lo sobrevivan decidan no repetir sus errores”, comentó Kenzaburo Oé, Premio Nobel de Literatura, en un artículo reciente.

Días fatídicos con consecuencias que se extienden hasta el presente y mucho más allá

Hace 4 años, poco antes de las 4 de la tarde de un fatídico 11 de marzo de 2011, comenzaba la más reciente catástrofe nuclear. Una más… Tuvo dramáticas consecuencias inmediatas y profundos impactos derivados de mediano, largo y larguísimo plazo que son, literalmente, de incalculable valor por su complejidad  y por nuestros limitados conocimientos sobre el funcionamiento del Sistema-Planeta-Tierra y sobre los diferentes subsistemas de los seres que lo habitan. Por tanto, estos impactos, que no sólo persisten sino que se extenderán por cientos de miles de años, no son fáciles de estimar en su cabal amplitud. Eso sí, alcanza y sobra para afirma que son y serán, ciertamente, de la mayor gravedad.

A las 15:41 (hora local), una hora después de que un terremoto tuviera lugar en la región oriental del Japón, una ola de 15 metros de alto sobrepasaba sin dificultad el muro de contención, de 6 metros de alto, del complejo nuclear de Fukushima, inundando y destruyendo componentes críticos de la infraestructura que derivaron en una gravísima serie de múltiples fallos que superaron las capacidades humanas de controlarlos y, como en otros casos, sólo quedarían más claros tiempo después. Se produjeron “explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación al exterior”, entre otros.

La nube radioactiva consecuente de las explosiones se extendió primero por la región, contaminando el agua y los alimentos en un radio superior a 40 kilómetros de la central. En esta área se detectó, en su momento, la presencia de plutonio y estroncio. La nube radiactiva llegó hasta la gran metrópoli de Tokio, habitada por 36 millones de personas y situada a 250 Km al sur-oeste del sitio del accidente. Los registros evidenciaron niveles de contaminación radioactiva 8 veces mayores a las dosis normales. Posteriormente, partículas de esta nube fueron detectadas a miles de km del lugar del desastre, en España, Finlandia y California.

El “día después” y los días que siguieron, siguen y seguirán

La gestión del accidente fue, de acuerdo al Informe del Congreso Japonés, desastrosa, con graves consecuencias sobre la población circundante. Las condiciones de incomunicación, dada la combinación del terremoto y el tsunami, empeoraron una situación, de por sí dramática.

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¿Optará Bolivia por el camino nuclear? Fotos de la Marcha de los Pueblos, Lima, diciembre 2014

En cuanto al control de la planta nuclear, parte importante de los problemas siguen vigentes. Además de los previsibles costos y dificultades técnicas del futuro desmantelamiento de los cuatro reactores, persisten problemas más acuciantes como filtraciones de millones de litros de agua contaminada que se vierten al Océano Pacífico, sin que se conozcan, por complejas, las consecuencias de esta agresión adicional al sistema marino y a otros subsistemas conectados, como el de la alimentación humana, a través de la cadena trófica que amplía considerablemente el rango planetario de los impactos. Según el reporte de Ecologistas en Acción, se han detectado ya especies pesqueras con contenido radiactivo 240 veces el permitido.

El mito de la seguridad y del control ha sido, una vez más, demostrado como dramáticamente falso cuestionamiento debido a este nuevo incidente que se suma a dos otros graves, Chernóbil (1986) y Three Mile Island (1979). Hubo al menos 5 más, desde 1957, todos con magnitudes superiores a cuatro, siendo siete, el nivel máximo. Más recientemente se han observado problemas en reactores nucleares de Bélgica, Ucrania y Estados Unidos Así, no es exagerado decir que estamos ante una constante, con picos de gravedad extrema.

Comprendiendo apenas la superficie de los costos humanos, ambientales, económicos

En términos económicos (un ámbito de costos menos difícil de calcular que otros como los correspondientes a la salud o al medio ambiente) las estimaciones de informes independientes rondan los 500.000 millones de dólares americanos y no incluyen buena parte de los costos indirectos como los de la agropecuaria y la industria de alimentos.

De hecho, la zona de evacuación alrededor de Fukushima cercana a los 1.000 kilómetros cuadrados es y seguirá siendo, en gran parte, inhabitable durante generaciones. Abarca aproximadamente el 3% del preciado territorio del Japón, un país densamente poblado, montañoso y con sólo 20% de territorio habitable.

En cuanto a la salud, los niveles de divergencia en las estimaciones de los efectos, a mediano y largo plazo, de la radiación, de modo directo o indirecto (a través de la ingesta de alimentos, por ejemplo) son notables en función de los criterios y metodologías utilizados. Sin embargo, sabemos que lo ocurrido tendrá serias implicaciones para la salud de las personas que estuvieron expuestas.

Así como buena parte de las consecuencias conocidas sobre la salud toman tiempo para manifestarse, otras se materializan y materializarán a miles de kilómetros del hecho, por ejemplo, a través del consumo de alimentos marinos contaminados. Esa es una razón adicional que dificulta el establecimiento de relaciones directas y que generan un amplio espacio para la polémica.

Anotemos, además, que la radiación nuclear inscribe su estela de muerte hasta en lo más recóndito del ser: en el ADN, heredando así parte de la tragedia a las siguientes generaciones de seres humanos, así como de la flora y fauna.

Poco se sabe sobre las consecuencias del vertido “controlado” masivo de agua contaminada al océano

Por su parte, estamos muy lejos de una cabal comprensión de los daños en el océano y en los otros subsistemas que se relacionan con éste. De todos modos, no necesitamos saber más para suponer que serán severas las consecuencias agregadas de filtraciones y del vertido “controlado” masivo y extendido de agua contaminada.

La insuficiente transparencia en la gestión de la información, que es común en este tipo de hechos altamente sensibles, así como la falta de capacidades humanas para controlar y evaluar el desastre de modo integral, impide evaluar la amplitud y profundidad de las consecuencias y mucho menos evitarlas. Las fronteras de nuestro conocimiento del gran sistema planetario que sostiene la vida, incluyendo la nuestra, en su inabarcable complejidad y dinamismo, dificultan enormemente una cabal comprensión del daño que se produjo y que se sigue produciendo como consecuencia del accidente nuclear de Fukushima. Los intentos de cuantificación del daño, son útiles para permitirnos esbozar una idea aproximada del mismo, pero parece más sensato aceptar que éste es en realidad, inconmensurable…

¿Cómo justificar la creación de semejantes riesgos en Bolivia, teniendo alternativas seguras, limpias y más baratas?

Vaya capacidad la humana: No sabemos lo suficiente de sistema de la vida del que somos parte y del que dependemos pero eso no impide que seamos capaces de destruirlo. 

 

La versión original más extensa y con referencias completas puede ser descargada aquí: ¿Acaso hemos olvidado...?

 

Archivos adjuntos:
FUKUSHIMA el desastre que no cesa....pdf
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Otro aniversario del accidente nuclear de Fukushima


09 de Marzo de 2015

“¿Acaso hemos olvidado esta reciente tragedia que continúa haciendo estragos?”, pregunta Cecilia Requena, nuestra autora invitada para recordar el cuarto aniversario del accidente atómico en la central nuclear de Fukushima, Japón, el 11 de marzo de 2011.

Mediante esta entrada al Klimablog nos adherimos a las conmemoraciones para las víctimas del “uso pacífico” de la energía nuclear en el mundo y reiteramos nuestra convicción que la energía nuclear no tiene lugar en la lucha contra el cambio climático.

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La planta nuclear de Fukushima; fuente: http://www.tepco.co.jp

¿Acaso hemos olvidado esta reciente tragedia que continúa haciendo estragos?

Fukushima volvió a recordar al mundo algo que parecía haber olvidado: que la energía nuclear es peligrosa. Que por muchas precauciones que se tomen no se puede prever todo y finalmente ocurre un accidente. Y el de Fukushima puede ser el segundo más grave de toda la historia en cuanto al número de víctimas, tras el de Chernóbil. El accidente de Fukushima tiene dos particularidades: se produce por un fenómeno externo a la central y en un país que es una potencia tecnológica de primer orden. Lo primero muestra una nueva dimensión de la seguridad nuclear: es imposible prever todo lo que pueda llegar a ocurrir en las cercanías de las centrales. Lo segundo es revelador: ni siquiera un país como Japón puede evitar un accidente como este ni vencer los enormes desafíos que supone la contaminación radiactiva del agua y del territorio”. Informe-Fukushima de Ecologistas en Acción/España

Hoy podemos confirmar que el riesgo de los reactores nucleares se ha hecho realidad. Como sea que termine este desastre –y con todo el respeto que siento por el esfuerzo humano empleado para contenerlo– su significado no es para nada ambiguo: la historia japonesa ha ingresado en una nueva fase y una vez más debemos mirar las cosas a través de los ojos de las víctimas del poder nuclear, de los hombres y mujeres que han probado su coraje con sufrimiento. “La lección aprendida del actual desastre dependerá de que quienes lo sobrevivan decidan no repetir sus errores”, comentó Kenzaburo Oé, Premio Nobel de Literatura, en un artículo reciente.

Días fatídicos con consecuencias que se extienden hasta el presente y mucho más allá

Hace 4 años, poco antes de las 4 de la tarde de un fatídico 11 de marzo de 2011, comenzaba la más reciente catástrofe nuclear. Una más… Tuvo dramáticas consecuencias inmediatas y profundos impactos derivados de mediano, largo y larguísimo plazo que son, literalmente, de incalculable valor por su complejidad  y por nuestros limitados conocimientos sobre el funcionamiento del Sistema-Planeta-Tierra y sobre los diferentes subsistemas de los seres que lo habitan. Por tanto, estos impactos, que no sólo persisten sino que se extenderán por cientos de miles de años, no son fáciles de estimar en su cabal amplitud. Eso sí, alcanza y sobra para afirma que son y serán, ciertamente, de la mayor gravedad.

A las 15:41 (hora local), una hora después de que un terremoto tuviera lugar en la región oriental del Japón, una ola de 15 metros de alto sobrepasaba sin dificultad el muro de contención, de 6 metros de alto, del complejo nuclear de Fukushima, inundando y destruyendo componentes críticos de la infraestructura que derivaron en una gravísima serie de múltiples fallos que superaron las capacidades humanas de controlarlos y, como en otros casos, sólo quedarían más claros tiempo después. Se produjeron “explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación al exterior”, entre otros.

La nube radioactiva consecuente de las explosiones se extendió primero por la región, contaminando el agua y los alimentos en un radio superior a 40 kilómetros de la central. En esta área se detectó, en su momento, la presencia de plutonio y estroncio. La nube radiactiva llegó hasta la gran metrópoli de Tokio, habitada por 36 millones de personas y situada a 250 Km al sur-oeste del sitio del accidente. Los registros evidenciaron niveles de contaminación radioactiva 8 veces mayores a las dosis normales. Posteriormente, partículas de esta nube fueron detectadas a miles de km del lugar del desastre, en España, Finlandia y California.

El “día después” y los días que siguieron, siguen y seguirán

La gestión del accidente fue, de acuerdo al Informe del Congreso Japonés, desastrosa, con graves consecuencias sobre la población circundante. Las condiciones de incomunicación, dada la combinación del terremoto y el tsunami, empeoraron una situación, de por sí dramática.

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¿Optará Bolivia por el camino nuclear? Fotos de la Marcha de los Pueblos, Lima, diciembre 2014

En cuanto al control de la planta nuclear, parte importante de los problemas siguen vigentes. Además de los previsibles costos y dificultades técnicas del futuro desmantelamiento de los cuatro reactores, persisten problemas más acuciantes como filtraciones de millones de litros de agua contaminada que se vierten al Océano Pacífico, sin que se conozcan, por complejas, las consecuencias de esta agresión adicional al sistema marino y a otros subsistemas conectados, como el de la alimentación humana, a través de la cadena trófica que amplía considerablemente el rango planetario de los impactos. Según el reporte de Ecologistas en Acción, se han detectado ya especies pesqueras con contenido radiactivo 240 veces el permitido.

El mito de la seguridad y del control ha sido, una vez más, demostrado como dramáticamente falso cuestionamiento debido a este nuevo incidente que se suma a dos otros graves, Chernóbil (1986) y Three Mile Island (1979). Hubo al menos 5 más, desde 1957, todos con magnitudes superiores a cuatro, siendo siete, el nivel máximo. Más recientemente se han observado problemas en reactores nucleares de Bélgica, Ucrania y Estados Unidos Así, no es exagerado decir que estamos ante una constante, con picos de gravedad extrema.

Comprendiendo apenas la superficie de los costos humanos, ambientales, económicos

En términos económicos (un ámbito de costos menos difícil de calcular que otros como los correspondientes a la salud o al medio ambiente) las estimaciones de informes independientes rondan los 500.000 millones de dólares americanos y no incluyen buena parte de los costos indirectos como los de la agropecuaria y la industria de alimentos.

De hecho, la zona de evacuación alrededor de Fukushima cercana a los 1.000 kilómetros cuadrados es y seguirá siendo, en gran parte, inhabitable durante generaciones. Abarca aproximadamente el 3% del preciado territorio del Japón, un país densamente poblado, montañoso y con sólo 20% de territorio habitable.

En cuanto a la salud, los niveles de divergencia en las estimaciones de los efectos, a mediano y largo plazo, de la radiación, de modo directo o indirecto (a través de la ingesta de alimentos, por ejemplo) son notables en función de los criterios y metodologías utilizados. Sin embargo, sabemos que lo ocurrido tendrá serias implicaciones para la salud de las personas que estuvieron expuestas.

Así como buena parte de las consecuencias conocidas sobre la salud toman tiempo para manifestarse, otras se materializan y materializarán a miles de kilómetros del hecho, por ejemplo, a través del consumo de alimentos marinos contaminados. Esa es una razón adicional que dificulta el establecimiento de relaciones directas y que generan un amplio espacio para la polémica.

Anotemos, además, que la radiación nuclear inscribe su estela de muerte hasta en lo más recóndito del ser: en el ADN, heredando así parte de la tragedia a las siguientes generaciones de seres humanos, así como de la flora y fauna.

Poco se sabe sobre las consecuencias del vertido “controlado” masivo de agua contaminada al océano

Por su parte, estamos muy lejos de una cabal comprensión de los daños en el océano y en los otros subsistemas que se relacionan con éste. De todos modos, no necesitamos saber más para suponer que serán severas las consecuencias agregadas de filtraciones y del vertido “controlado” masivo y extendido de agua contaminada.

La insuficiente transparencia en la gestión de la información, que es común en este tipo de hechos altamente sensibles, así como la falta de capacidades humanas para controlar y evaluar el desastre de modo integral, impide evaluar la amplitud y profundidad de las consecuencias y mucho menos evitarlas. Las fronteras de nuestro conocimiento del gran sistema planetario que sostiene la vida, incluyendo la nuestra, en su inabarcable complejidad y dinamismo, dificultan enormemente una cabal comprensión del daño que se produjo y que se sigue produciendo como consecuencia del accidente nuclear de Fukushima. Los intentos de cuantificación del daño, son útiles para permitirnos esbozar una idea aproximada del mismo, pero parece más sensato aceptar que éste es en realidad, inconmensurable…

¿Cómo justificar la creación de semejantes riesgos en Bolivia, teniendo alternativas seguras, limpias y más baratas?

Vaya capacidad la humana: No sabemos lo suficiente de sistema de la vida del que somos parte y del que dependemos pero eso no impide que seamos capaces de destruirlo. 

 

La versión original más extensa y con referencias completas puede ser descargada aquí: ¿Acaso hemos olvidado...?

 

Por Kathryn Robertson y Dirk Hoffmann, 02 de Marzo de 2015

La Ruptura de Lagunas Glaciares (Glacial Lake Outburst Floods – GLOFs) en zonas de alta montaña es un fenómeno claramente ligado al calentamiento global, causa principal del retroceso glaciar. El único caso documentado de una inundación debido a la ruptura de una laguna glaciar en Bolivia hasta la fecha ha ocurrido en 2009 en Keara, pequeño pueblo en la Cordillera Apolobamba.

En 2014, la investigadora inglesa Kathryn Robertson estaba en la región para realizar un estudio de campo detallado de la laguna “PEL_ORCO_002” en la cabecera del valle de Pelechuco. Presentamos a continuación una versión abreviada y traducida de su informe de campo.

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Mapa de ubicación de la laguna glaciar en el valle de Pelechuco (K. Robertson)

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Por Dirk Hoffmann, 22 de Febrero de 2015

Tuvalu es considerado uno de los países del mundo más vulnerable al cambio climático. Sus nueve grupos de pequeñas islas y atolones tienen una altitud promedio de solo 2 metros sobre el nivel del mar.

Sin embargo, los 10.000 habitantes no quieren verse solamente como potenciales refugiados climáticos, pidiendo ayuda al resto del mundo. En foros internacionales, el gobierno denuncia los impactos del cambio climático sobre las condiciones de vida de su país; en casa la población busca formas de adaptarse.

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La capital Funafuti en Tuvalu desde el aire; foto cortesía de Shuuichi Endou.

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Por Amos Batto, 16 de Febrero de 2015

Reacción Climática ha lanzado la campaña “¡Este Carnaval No dañes la Capa de Ozono!”, alertando sobre la destrucción de la capa de ozono por el uso de espumas carnavaleras, que por su contenido de hidroclorofluorocarbonos además contribuyen al calentamiento global.

Con motivo de las fiestas carnavaleras de estos días, presentamos aquí una versión abreviada del texto “Debe ser prohibida la venta de espumas carnavaleras que contienen gases de flúor” de Amos Batto, investigador de Reacción Climática y TierrActiva. La versión extendida incluye además todas las referencias y fuentes usadas por el autor.

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Por Dirk Hoffmann, 09 de Febrero de 2015

En su reciente visita a la India, el presidente de los Estado Unidos, Barack Obama, ha pretendido convencer al primer ministro Narendra Modi de comprometerse a metas concretas para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, Modi dejó muy claro que la prioridad de su gobierno era la lucha contra la pobreza y el desarrollo económico – y no el cambio climático. Los acuerdos bilaterales en términos de energía y clima priorizan la energía nuclear y facilitan inversiones norteamericanas en los sectores solar y eólica.

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Por Dirk Hoffmann, 02 de Febrero de 2015

En la entrada anterior se ha presentado la primera parte del nuevo libro de los investigadores socio-ecológicos Gerardo Honty y Eduardo Gudynas “Cambio climático y transiciones al buen vivir. Alternativas al desarrollo para un clima seguro”, en la cual los autores han resumido el panorama energético y de cambio climático regional y global.

Presentamos en esta entrada al Klimablog la segunda parte, “Alternativas al desarrollo y transiciones”, que contiene la propuesta concreta de los autores para la re-orientación de las políticas de “desarrollo” en América del Sur y Central y para un liderazgo climático latinoamericano.

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Gerardo Honty (izq.) y Eduardo Gudynas (dcha.) en la Cumbre de los Pueblos en Lima, diciembre de 2014

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Por Dirk Hoffmann, 26 de Enero de 2015

Gerardo Honty y Eduardo Gudynas del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) aprovecharon la Cumbre de los Pueblos  paralela a la Conferencia Climática COP 20 en Lima en diciembre pasado para presentar su nuevo libro “Cambio climático y transiciones al buen vivir. Alternativas al desarrollo para un clima seguro”.

Presentamos en esta entrada al Klimablog la primera parte del libro, “El paradigma de desarrollo y la situación climática”, donde los autores resumen el panorama energético y de cambio climático. La segunda parte (“Alternativas al desarrollo y transiciones”), que contiene la propuesta concreta para la re-orientación de las políticas en América Latina, será presentada en la siguiente entrada al Klimablog.

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